Opera (e)Studio es un proyecto de la Ópera de Tenerife, que tiene como director artístico a Giulio Zappa, en el que se selecciona a un grupo de jóvenes cantantes de diversos países para representar una ópera, que este año ha sido L’elisir d’amore, obra maestra de Donizetti. Otros aspectos son las giras por diversos teatros internacionales, la integración en el programa Europa Creativa y la colaboración con el Coro de Ópera de Tenerife y la Orquesta Sinfónica de Tenerife. En esta versión, con excelente escenografía de Serena Rocco y dirección escénica de Pablo Maritano, la acción se desarrolló en un estudio de Hollywood e incluyó momentos de baile, tanto por bailarines como por el coro. Se podría destacar la espectacular primera entrada en escena de Dulcamara, montado en un avión, el efecto acuático en “Barcaruola a due voci” y también algunas escenas más íntimas como el paisaje nocturno en la famosa aria “Una furtiva lagrima”.
Centrándonos en la interpretación musical, el director Antonio Méndez mostró una orquesta que no era un mero acompañante, de tal forma que la Sinfónica de Tenerife se erigió en uno de los mayores protagonistas de la velada. Ya desde la obertura, Méndez dirigió con ímpetu, sabiduría y sin concesiones, estando atento a las inflexiones de coro y cantantes solistas. Solo en algunos momentos se produjeron algunos desajustes, quizás debidos a ciertos tempi rápidos que pusieron a prueba tanto al Coro de Ópera de Tenerife (muy bien preparado por Carmen Cruz) como a los solistas. Méndez defendió con convicción y efectividad una dirección colorida y llena de contrastes. La orquesta mostró de manera apropiada los diferentes aspectos instrumentales que enriquecían la masa orquestal. Hubo solos muy logrados, por ejemplo, el de fagot al inicio de “Una furtiva lagrima”.
En cuanto a los cantantes solistas, sorprendió gratamente el alto nivel que se desenvolvió en el escenario, además de percibir un buen potencial de futuro. Maria Rita Combattelli, con un vestuario a lo Jean Harlow, mostró cualidades importantes en el papel de Adina, quizás el más complejo tanto musicalmente como escénicamente, que evoluciona desde la aparente frialdad inicial hasta su confesión amorosa a Nemorino. Combattelli se mostró segura desde su primera intervención en “Benedette queste carte!”. Solo en algunos momentos del segundo acto la voz pareció perder algo de cuerpo. Klodjan Kaçani presentó una dicotomía, ya que visualmente fue un Nemorino tímido, pero al mismo tiempo cantó con una voz poderosa, lo que reflejó cierta dualidad en el personaje. Además, resaltó muy bien los aspectos humorísticos y destacó, no sólo en las arias más famosas como “Quanto è bella, quanto è cara” y “Una furtiva lagrima”, sino que mantuvo el nivel en sus diversas intervenciones.