Vista, oído, olfato, tacto y gusto: Barcelona es un destino que satisfará todos tus sentidos. Pero puesto que esto es una web de música clásica, empecemos con las salas de conciertos más importantes de la ciudad: dos de ellas históricas y una de reciente construcción. Y donde empezar mejor que en un lugar en el que música, arte y arquitectura se encuentran y que ejemplifica la mentalidad de Barcelona: el Palau de la Música, con su espectacular decoración.
Con la mayoría de los patronos aristócratas centrados más hacia el sur, la burguesía barcelonesa buscó ayuda en otro lugar, y fundó un coro –el Orfeó Català– para mejorar la vida de los ciudadanos.
El coro necesitaba un edificio, y alrededor de 1800 suscriptores consiguieron reunir el dinero para encargárselo al arquitecto catalán Lluís Domènech I Montaner –tantos, que enseguida se vio que el número de butacas planeadas en un principio sería insuficiente para albergarlos a todos en la noche de la inauguración, así que hubo que hacer un rápido rediseño para acomodarlos a todos. Del mismo modo en que es excepcionalmente bello con sus orgánicas curvas características del modernismo catalán, cada elemento en la sala tiene un significado: Valquirias gigantes planean sobre Beethoven para representar la vieja y la nueva música (la sala abrió en 1908): el director del coro Anselm Clavé está enfrente; música de todas las partes del mundo está representada por 18 musas que echan sus miradas a los intérpretes alrededor del escenario. Solo por la bóveda central, merece la pena la visita.
El complejo más nuevo y más grande es l'Auditori, que alberga tres salas y un teatro construido para crossover de música y drama. La Sala Pau Casals es la sala de conciertos más grande de la ciudad para conciertos sinfónicos: con un elegante acabado en madera clara, tiene 2200 asientos. Es la sede de la OBC (Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya) y también alberga importantes orquestas visitantes. Las salas más pequeñas –la Sala Oriol Martorell y la Sala Alicia de Larrocha– ofrecen una importante temporada de música de cámara en la que figuran los artistas internacionales más importantes así como el talento local. Contrariamente a lo que ocurre en Reino Unido o EE. UU., los conciertos de música de cámara se agotan y la audiencia es predominantemente joven, en parte quizá, a la actitud del Conservatori, que promueve fuertemente que alumnos y profesores toquen juntos y se escuchen unos a otros.
El complejo del Auditorio también tiene su propia escuela de música, la ESMUC, junto al Museu de la Música, que muestra una amplia colección de instrumentos musicales de todos los tiempos. Como cabría esperar, la colección de guitarras es especialmente valiosa, pero hay instrumentos de todo tipo y de todos los continentes, al igual que rarezas históricas como el piano jirafa o el claviórgano, un instrumento transportable que permite la ejecución simultánea del órgano y el clave. Un sorprendente número de instrumentos se pueden tocar, y se utilizan en interpretaciones históricas y en grabaciones.
Otra ejemplo de la actitud positiva de Barcelona es un tearo de ópera. El Gran Teatre del Liceu: en lugar de ser fundado por la realeza, fue originalmente creado por el conservatorio de música de Barcelona para sus estudiantes y financiado por gente de negocios de la ciudad y por empresas privadas, así se mantuvo hasta 1994, cuando se quemó y pasó a manos del estado. El edificio se reconstruyó añadiendo tecnología moderna, pero manteniendo la decoración original. Con 2294 asientos, es el teatro en forma de herradura más grande de Europa, con cinco pisos de asientos además del patio de butacas. El Liceu está dentro del circuito europeo de los teatros de ópera más importantes, con nombres como Patrice Chereau, Laurent Pelly, Kasper Holten y similares en su temporada 2016-17, sin olvidar al barcelonés Àlex Ollé (de La Fura dels Baus).
El Palau de la Música, L'Auditori y el Liceu son miembros de Barcelona Obertura, una iniciativa en al que las instituciones culturales de la ciudad colaboran para promocionar un conjunto de eventos (iniciativas como el que viaje que ha dado lugar a este artículo y que incluía conciertos de Leonidas Kavakos, Gergiev y el Mariinsky y Piotr Beczała en Werther). Es una ingeniosa manera de promocionar la cultura de la ciudad, facilitando a los visitantes extranjeros organizar un viaje que incluirá parte de lo mejor que la ciudad puede ofrecer.
En las visitas diarias del Liceu también se puede conocer uno de sus tesoros: un conjunto de pinturas del modernista Ramón Casas, uno de los grandes pintores catalanes, que muestra una fascinante serie de mujeres en actitudes muy chocantes para la época: una mujer conduciendo un coche, otra, sola en un café, espera a su amante tomando una copa de vino. De hecho, la colección no pertenece al Liceu: se encuentra en el Círculo del Liceu, un club privado fundado en 1847 por los patronos originales del teatro y que sigue en marcha en la actualidad. El Círculo era famoso por su afición desmedida por Wagner, siendo los primeros que representaron Parsifal fuera de Bayreuth en el momento en el que copyright expiró (11 de la noche, hora española, un 31 de diciembre de 1913, España y Alemania tenía husos horarios diferentes en la época); uno de los salones está adornado por un preciosa vidriera emplomada con el ciclo del Anillo.