Decano de la música antigua, Jordi Savall es el fundador de tres orquestas, así como de Alia Vox, su propio sello discográfico independiente. Es un músico incansable que llena auditorios por todo el planeta y que ha hecho un oficio del redescubrimiento de música desconocida y olvidada. Pero un encuentro con Savall es mucho más que un encuentro con un músico. Jordi Savall es tanto como, si no más, un embajador para la cultura y la historia, un abanderado de la armonía y la reconciliación entre los pueblos.
Nuestra entrevista comienza con su proyecto más reciente, Las rutas de la esclavitud, el cual, a través de la música, rastrea la “verdadera y real historia de un pasado doloroso”, el comercio de esclavos entre África y América.
DK: Las rutas de la esclavitud es un proyecto cultural tanto como musical. Cuéntenos qué es lo que esperaba conseguir.
JS: El proyecto fue creado con la esperanza de hacer algo más que entretenerse y escuchar música bonita. Hay muchos estereotipos ofensivos asociados con este repertorio: uno se imagina esclavos negros que están siempre borrachos y cantan en un español feo y viciado. Es esencial ir más allá de esos estereotipos.
A lo largo de mis investigaciones descubrí que junto a mucha de la música asociada con las instituciones de poder - la Iglesia y la Corte - hay tradiciones orales que son la base de toda la música popular americana, ya sea del Caribe, Brasil, los espirituales negros o el gospel. Históricamente esto comienza con la esclavitud, que constituye el transplante de la cultura africana a nuevo suelo. Durante el desarrollo del proyecto era importante mantener el placer ligado a la escucha de estas músicas, pero igual de importante era hacer reflexionar sobre esta triste y horrible historia de los países civilizados, tratando a seres humanos peor que a animales, y que ha continuado, para nuestra vergüenza, hasta hace poco. Mi ambición era tanto el descubrir a la gente estas músicas como hacerles reflexionar.
¿El público ha entendido este planteamiento?
No desde el principio. Pero en todos los sitios en los que hemos presentado este programa la gente se ha conmovido. Recuerdo cuando interpretamos Las rutas de la esclavitud en Cartagena de Indias, una de las capitales en las que la esclavitud fue más terrible, frente a un público formado en su mayoría por descendientes de dueños de esclavos: la gente estaba horrorizada con estos textos tan terribles. No creo que vaya a cambiar el modo de vida de las personas, pero al menos estas serán más conscientes de las injusticias.
Hablemos del proceso de creación. ¿Cómo pasa este tipo de proyecto de la idea a la realidad?
Comienzo con la música que conozco y después profundizo mediante la investigación histórica. En este caso, la historia comienza con las primeras capturas masivas en 1444, el rey de España enviaba esclavos a las minas de oro para trabajar para él. Para arrojar luz sobre esta historia, me pregunto “¿Qué tipo de música se tocaba en esos momentos? ¿Qué música tocan hoy en día los descendientes de esos esclavos?” Por supuesto, es imposible saber con exactitud qué cantaban esas personas en 1444. En la parte colonial, contamos con música escrita desde alrededor de 1600, pero en cuanto a la música de tradición oral, hemos tenido que hacer algunas concesiones para que todo el proyecto tuviera cierta atmósfera. En algunos casos, he decidido incluso añadir nueva música compuesta siguiendo la tradición.
Es un proceso largo y en constante cambio. En nuestros conciertos el pasado noviembre en Nueva York y Montreal, añadimos una parte significativa de la historia de Norte América con textos de Jefferson, Lincoln y de La cabaña del tío Tom (Uncle Tom's Cabin). También incluimos canciones de esclavos de Norte América y gospels. Fue un gran éxito, incluso si la gente no esperaba ver un grupo de cantantes de gospel en un concierto de música antigua, pero daba un aire norteamericano. Eso también me ha permitido ponerme a trabajar en la versión que estoy preparando para 2019, la cual va a seguir esta historia por la parte Norte del Nuevo Mundo - las Antillas, Puerto Rico, Cuba y los Estados Unidos.
Para un proyecto que contiene música de tradición oral, necesita músicos que no están necesariamente entre sus colaboradores habituales. ¿Cómo los encuentra?
He hecho muchas visitas a Brasil, Colombia, México. Organizo audiciones, escucho instrumentistas y cantantes. Lo mismo hago en África: tengo amigos desde hace mucho como Ballaké Sissoko en Mali, que es un intérprete magnífico de kora. También te encuentras con los griot o jeli: trovadores africanos que cuentan historias a través de la música y que han transmitido la cultura de sus países durante siglos. Poco a poco, uno comienza a entender cuáles son los elementos esenciales. Y en todos los sitios en los que he estado, he tenido la suerte de encontrar cantantes y músicos que son magníficos.
Sus CD se editan como preciosos libros. ¿Es una manera de atraer a un público que puede estar más interesado en la literatura y la historia que en la música?
Alia Vox es el único que sello que sistemáticamente publica nuestros libro-discos. Publicamos uno cada año: son productos que requieren mucho trabajo debido a las numerosas imágenes y a la calidad de los textos. Como realizamos muchos proyectos muy diferentes, llegamos a un público muy diverso que está interesado en la historia o en una cultura específica.
Entre estos libro-discos que realizamos, verá proyectos tan diferentes como Don Quijote de Cervantes, los viajes de San Francisco Javier a China y Japón, la masacre de los cátaros con Le Royaume Oublié. El último es Venezia Millenaria, mil años de la historia de Venecia en música. Estos son proyectos que abren puertas y muestran a la gente que la música nos habla con la sensibilidad de cada época. Cuando escuchas canciones de trovadores, bien interpretadas, estás en 1200 ¡es como viajar en el tiempo! Cuando escuchas el Combattimento di Tancredi e Clorinda, te transportas a la Venecia de 1615. ¡No es cualquier cosa!
Junto a la grabación, tienes un libro con imágenes preciosas de la época, con todo tipo de pinturas, de instrumentos. El texto está escrito por especialistas que pueden transmitir conocimientos que no podrías encontrar tú mismo, ya que están escondido en las secciones de Raros de varias bibliotecas universitarias. Es una manera extraordinaria de dar a conocer la historia, la cultura y la música.
¿Cuál es su opinión sobre el futuro de la industria discográfica de la música clásica, que parece que está en crisis…?
Uno de los aspectos fundamentales de esta crisis reside en la nueva manera en la que la gente suele escuchar música ahora: cada vez más, las nuevas tecnologías han permitido escuchar con relativa buena calidad de audio sin necesidad de comprar CD, y eso ha cambiado completamente la relación entre la música y el comercio. Cuando comencé Alia Vox, un CD como La Folia o Diáspora Sefardí podía vender 120 000 copias en seis meses, lo que era normal en el momento. Actualmente, si vendemos 30 000 CD físicos, estamos encantados. Las ventas digitales compensan algo, pero solo parte. Por desgracia, hay mucha gente que escucha discos sin pagar por ellos, lo que hace muy difícil la monetización. Pero a pesar de todo, somos muy afortunados de contar con un público fiel alrededor del mundo - desde Nueva Zelanda a Chile pasando por Corea y Japón - que es lo que nos permite mantenernos. Podemos confiar en que nuestros proyectos serán bien recibidos.