“Produzco música como un manzano produce manzanas”. Camille Saint-Saëns vivió más de ocho décadas y su cosecha musical fue abundante. Nació en 1835, y mostró un enorme talento desde muy temprano, su debut oficial fue en la Salle Pleyel a los 10 años, interpretó conciertos de Beethoven y de ese otro famoso prodigio, Mozart. De hecho, el crítico americano Harold C Schonberg le describió como “el más notable niño prodigio de la historia, y eso incluye Mozart”. Como compositor, Saint-Saëns era un clasicista - sus dioses musicales eran Bach y Mozart - pero su escritura contiene una frescura que aún se aprecia.
Escuchen la encantadora Tarantelle, op. 6, compuesta en 1857 y presentada nada menos que por Rossini en una de sus soirées musicales en París. El público valoró positivamente la obra, asumiendo que era del propio Rossini, quien recibió los honores antes de desvelar que el compositor era, en realidad, el joven pianista.
Saint-Saëns era un joven pionero, el primer francés que compuso conciertos para piano y sinfonías en unos tiempos en los que estas formas no eran bien recibidas en Francia (demasiado germánicas para los gustos parisinos). Su música de cámara influyó a compositores posteriores como Fauré y Ravel. Saint-Saëns era también un erudito, un estudiante de astronomía y arqueología, y un viajero entusiasta, visitaba África con frecuencia durante los meses de invierno. En 1870 cofundó la Société nationale de musique con el objetivo de promover la música francesa, aunque fue expulsado por Vincent d’Indy en 1886 cuando objetó a las propuestas de abrir la sociedad a música y músicos no franceses.
Cuando alcanzó la tercera edad, Saint-Saëns era visto como un reaccionario, su música era obstinadamente conservadora. Sin embargo, había adoptado nuevas formas y tecnologías. Realizó grabaciones en rollos de pianola, tales como las improvisaciones sobre un tema de su ópera más famosa, Samson et Dalila (arriba) e incluso compuso la que se considera la primera partitura original para película muda, L'Assassinat du duc de Guise (1908, a continuación).
Saint-Saëns permaneció activo como compositor, las sonatas para oboe, clarinete y fagot fueron todas compuestas en su último año de vida. Pero aquí están las diez obras más importantes que debe conocer.
1Sinfonía núm. 3 en do menor, “Órgano”
La última sinfonía de Saint-Saëns –su quinta, las dos primeras están sin numerar– incluye órgano obbligato con un comienzo bastante sutil, pero que alcanza todo su efectismo en el final. El Maestoso del final es un tema glorioso, decorado con un ondulante piano a cuatro manos. El tema ganó mucha popularidad tras utilizarse en la película Babe, de 1995.
2Samson et Dalila
Saint-Saëns compuso 13 óperas, pero solo la bíblica y exitosa Samson et Dalila se representa con cierta regularidad. Tiene partes en las que parece más un oratorio que una ópera –especialmente las secciones corales del Acto 1–, pero la bacanal de los Filisteos es apropiadamente salvaje y el aria de Dalila en el Acto 2 “Mon cœur s'ouvre à ta voix” es tremendamente seductora, en especial cuando la canta Elīna Garanča…
¡Y no nos perdamos la bacanal!
3Danse macabre
Este famoso poema sinfónico, en el que la muerte arranca una inquietante melodía del violín a medianoche, tuvo su origen como una canción sobre un texto de Henri Cazalis. El ritmo de vals es contagioso y Saint-Saëns añadió xilófonos en la orquestación para imitar el sonido de huesos chocando (y que más tarde replicaría en la sección de los Fósiles de El carnaval de los animales).