“La música es como un sueño. Un sueño que no puedo oir”. Durante gran parte de su vida adulta, Ludwig van Beethoven (1770-1827), uno de los compositores más importantes de todos los tiempos, fue completamente sordo, un hecho que hace que sus logros resulten aún más notables. Beethoven estuvo a caballo entre los periodos Clásico y Romántico, llevando mucho más lejos lo que Haydn y Mozart habían conseguido. Fue el primer compositor en liberarse del patronazgo de la iglesia o la corte, y forjó una carrera independiente a través de la venta y publicación de sus obras.
Beethoven se inspiraba en la gran literatura (Goethe y Schiller) y los ideales de la Revolución francesa para escribir una música que transmitiera el poder del espíritu humano y una filosofía de vida sin tener que recurrir a las palabras. Su ambición era inmensa. El concierto benéfico que dirigió en el Theater an der Wien en 1808, en el que se estrenaron el Cuarto concierto de piano, la Quinta y Sexta sinfonías y la Fantasía coral en una sola (y larga) velada.
It was in 1802, while composing his Second Symphony in Heiligenstadt – then in the countryside outside Vienna – that Beethoven’s encroaching deafness became more pronounced, causing him a great deal of anguish. He wrote a suicidal letter to his brothers – the Heiligenstadt Testament – a letter that he never sent. Beethoven persevered, although his days as a virtuoso pianist ended. It was not until around 1819 that he went completely deaf, which meant he relied on conversation books for communication.
Fue en 1802, mientras componía su Segunda sinfonía en Heiligenstadt –entonces en el campo a las afueras de Viena– que la incipiente sordera de Beethoven se hizo más evidente, causándole una profunda angustia. Escribió una carta suicida a sus hermanos –el Testamento Heiligenstadt–, carta que nunca envió. Beethoven perseveró, aunque sus días como pianista virtuoso terminaron. Fue alrededor de 1819 cuando ya se quedó completamente sordo, y por tanto, ya solo podía comunicarse por escrito.
Sus últimas obras (especialmente las últimas sonatas de piano y cuartetos de cuerda) no se comprendieron y se consideraban extraños mientras el recluido Beethoven exploraba nuevos caminos musicales. Sus logros fueron inmensos; compuso el ciclo sinfónico más importante de todos los tiempos, así como cuartetos de cuerda, sonatas de piano y conciertos, y todos abrieron nuevos caminos. El único campo en el que no tuvo éxito fue en el de la ópera, su único esfuerzo (Leonore, revisada como Fidelio) una obra extraña y desigual. Cualquier playlist de las mejores 10 obras que se plantee, se queda muy en la superficie, de hecho, para esta, hemos considerado 30 obras por lo menos.
1Sinfonía núm. 3 en mi bemol mayor, “Heroica”, op. 55
¿La más grande sinfonía de Beethoven? Mientras las dos primeras seguían el modelo y proporciones haydnianos, la tercera pisa un nuevo y revolucionario camino. En 1801 Beethoven escribió en su diario “no estoy satisfecho con mis obras hasta ahora. Desde hoy, quiero tomar un nuevo camino”. En principio, la Heroica iba a estar dedicada a Napoleón, cuyos valores de libertad y fraternidad Beethoven compartía, pero cuando Napoleón se coronó a sí mismo Emperador en 1804, Beethoven entró en cólera y tachó la dedicatoria de la partitura. “No es más que otro mortal! Pisoteará todos los derechos de los hombres solo para satisfacer su ambición…”
Esta interpretación de la Bundesjugendorchester incluye la lectura del Testamento de Heiligenstadt antes de la Marcia funebre.
2Sinfonía núm. 5 en do menor, op. 67
La Quinta comienza con esas cuatro notas que todo el mundo reconoce. El motivo del Destino “llamando a la puerta” sobresalta a la audiencia como un trueno y domina el primer movimiento, en medio del cual aparece una lastimera cadenza de oboe. El segundo movimiento es un conjunto de variaciones de dos temas seguido por un Scherzo que enlaza con el final mediante una increíble transición de insistentes timbales antes de que un triunfante do mayor irrumpa de entra las nubes. La Quinta es una lucha heroica que, para Hector Berlioz, “emana única y directamente del genio de Beethoven”.
3Concierto para piano núm. 1 en do mayor, op. 15
Si las primeras sinfonías de Beethoven estaban influenciadas por Haydn, los conciertos se escribieron bajo la sombra de Mozart. Los cinco son magníficos –el "Emperador" quinto es quizás el más popular, pero tengo debilidad por el Primero (el segundo que se compuso, el primero que se publicó). Tenía varios conciertos de Mozart en su propio repertorio y en su concierto en do mayor, como en los conciertos en do mayor de Mozart, Beethoven hace un uso prominente de trompas, trompetas y timbales. El Largo es melancólico, anticipando la Sonata Pathétique que llegaría poco después, pero el Rondo final está lleno de humor, es una rústica contradanza con un sofisticado giro dado por su impredecible tema (cada frase es de una extensión distinta).
4Sinfonia núm. 7 en la mayor, op. 92
La Heroica es revolucionaria y la Quinta es heroica, pero la Séptima es bulliciosa y enérgica, con excepción del Allegretto, que tiene un aire elegíaco, marcado por un patrón rítmico inquietante. El Scherzo rebota y salta y el finale es desenfrenado. Wagner describió la Séptima como la “apoteosis de la danza” por su dirección rítmica y Antony Hopkins escribió, “La Séptima sinfonía, quizá más que ninguna de las otras, ofrece una sensación de auténtica espontaneidad: las notas parecen despegar de la página mientras nacemos en una marea de inspirada invención”.