Junto a nombres tan reconocidos como Ton Koopman y Richard Egarr, el contratenor y director vitoriano Carlos Mena, se ha convertido en protagonista de las ocasionales, pero siempre muy escogidas, incursiones de la Orquesta Sinfónica de Galicia en el repertorio barroco.
En esta ocasión, Mena diseñó un atractivo programa en el que se unieron dos mundos expresivos antagónicos: la música fúnebre de Henry Purcell y la celebración de la Natividad encarnada en el célebre Mesías de Handel. El concierto se abrió con los tres himnos devocionales de Purcell: De la mañana, Vespertino y Divino, interpretados con el solo acompañamiento del órgano. A él se unieron metales, percusión y el Coro de la OSG para ejecutar en su integridad la Música para el funeral de la Reina Mary.
Una vez más, ha dado la impresión de que la temporada de la OSG fue diseñada en su día bajo la premonición de las terribles circunstancias que vivimos, hasta el punto de que, sin duda, la angustia y la melancolía de esta música inundaron al público presente en la sala con una intensidad fuera de lo normal. Los acordes sacros de Purcell, sin duda requerían un escenario más intimista y reverberado, alejado de las amplísimas dimensiones del escenario del Coliseum y del obligado distanciamiento de los asistentes, pero la concepción de Mena, hierática, sin concesión a la sensualidad subyacente en la obra, contribuyó a aumentar el citado impacto.
A continuación, disfrutamos de una amplísima selección de la primera parte del Mesías, que incluyó la práctica totalidad de dicha parte. Por increíble que parezca quedó por tanto exento del programa el Hallelujah. Pero todo estaba pensado y los previsibles y generosos aplausos desencadenaron como propina la célebre pieza que puso un exultante punto final a la velada. Por encima del indudable atractivo de la música, los intérpretes se convirtieron en protagonistas de la noche: Mena en su doble papel de contratenor y director, la soprano Jone Martínez y la Orquesta y el Coro de la Sinfónica dirigido este último, en esta ocasión, por Javier Fajardo Pérez-Sindín.
Carlos Mena exhibió una vez más su inteligencia y su intuición musical, con una dirección lúcida que siempre consiguió transmitir a los músicos y al público una idea musical convincente. Vocalmente, su instrumento vence cualquier tipo de limitación con una innegable capacidad de transmitir y emocionar. “Bebe tu voz” es una frase del propio Mena que refleja a la perfección lo que son sus interpretaciones.