Romina De Carli (1971), historiadora y apasionada de la música en todas sus manifestaciones, si bien tiene una predisposición por la música del Barroco y la ópera. La asistencia a conciertos y operas así como la audición de la programación musical de Radio Clásica, Radio France Musique y del tercer canal de la BBC, le han permitido refinar su oído y profundizar en sus conocimientos musicales.
Bajo la batuta de Xian Zhang y acompañados por Sabina Puértolas, Sonia Prina, Matthias Stier y Christian Senn, la Orquestra y el Coro Nacional de España recibían las Navidades interpretando el Messiah de Händel en el Auditorio Nacional de Madrid.
La Orquesta Sinfónica de Navarra, bajo la batuta Michal Nesterowicz, ofreció un concierto muy especial el pasado jueves en el que el centro de atención cayó sobre la aterciopelada voz de la soprano ukraniana Olga Pasichnyk a través de un programa que nos llevó del s. XVIII al XX.
Las cuerdas fueron el gran protagonista del concierto que la Orquesta Sinfónica de Navarra ofreció el pasado viernes el en Baluarte. Bajo la batuta del británico Rumon Gamba y acompañadas por el guitarrista australiano Craig Ogden, la OSN fue al centro de una ejecución acariciante al estilo New Age.
El pasado martes la Orquesta Sinfónica de Euskadi ofreció un concierto, en el Baluarte de Pamplona, que tuvo como denominador común la escala en do mayor. La dirección de Hans Graf fue lo que dio un toque especial a la ejecución de las piezas escogidas de Beethoven, Stravinsky y Schumann.
Para su séptimo concierto de la presente temporada, la Orquesta Sinfónica de Navarra subió al escenario junto al Orfeón Pamplonés presentando una selección de obras regionales y de la cultura popular.
El programa que la Orquesta Sinfónica de Euskadi presentó el pasado martes en el Baluarte de Pamplona tuvo como nota dominante el amor romántico, salpicado por un frenesí contemporáneo.
En su quinto concierto de la temporada, la Orquesta Sinfónica de Navarra se presentó al público del Baluarte con un programa tan desafiante como gratificante: el programa proponía dos obras actuales de cierta complejidad y un alegre paseo por la zarzuela de comienzos del siglo XX. Bajo la batuta de José Ramón Encinar, la OSN contó además con el violonchelista Asier Polo.
Tanto por la elección de las piezas a tocar como por los solistas invitados, el concierto que la Euskadiko Orkestrta Sinfonikoa ofreció este martes en el Baluarte fue un cariñoso guiño al genio musical francés que, en los años de su auge creativo, supo dibujó en el pentagrama los paisajes exóticos más próximos a sus fronteras.
La música es tal vez la única forma de expresión que, en potencia, podría escapar a la censura. Sin embargo, la experiencia vital y profesional de Dmitri Shostakovich parecen demostrar todo lo contrario, hasta el punto que tocar, dirigir o escuchar una obra del compositor ruso conlleva una emoción muy peculiar.
El público que el pasado jueves asistió al concierto de la Orquesta Sinfónica de Navarra tuvo la suerte de sentarse no tanto en las butacas del Baluarte como, más bien, en los asientos de un tren y viajar por Europa y los Estados Unidos, mientras el director Stefan Solyom y la violinista Angela Wee describían el paisaje que se veía desde la ventanilla.
El concierto que la Orquesta Sinfónica de Navarra ofreció el pasado viernes sumergió al público del Baluarte en un paseo virtual, lleno de luz y de vida, por las vanguardias musicales de la primera mitad del siglo XX. Lo hizo de la mano de Antoni Wit y del virtuoso Xavier de Maistre, descubriéndonos así también los mil y un registros sonoros del arpa.
Bajo la batuta de su titular Antony Wit, la OSN inauguraba la presente temporada con un variado programa que mostró los múltiples recursos que encontramos en el universo musical para despertar emociones.
Si algo caracteriza la dirección de Antoni Wit es el brillo que es capaz de conferir a las partituras que interpreta. Y este brillo ha estado presente también en su concierto con la Orquesta Sinfónica de Navarra ofrecido el pasado viernes en el Baluarte, conjuntamente con el Orfeón Pamplonés.
La dirección de Andrey Boreyko y la sensibilidad de Alban Gerhardt hicieron con el programa que presentaba la EuskadikoOrkestraSinfonikoa lo que los complementos hacen con el estilo que un sastre imprime a sus creaciones.
Concierto caracterizado por la maestría con la que Robert Trevino dio vida a un vigoroso oleaje de crescendi sonoros, alternado por resacas suaves y sin solución de continuidad.
Como el aprendiz de brujo, bajo su batuta mágica Antoni Wit logró que la Orquesta Sinfónica de Navarra y el pianista Peter Jablonski transformaran las composiciones de los grandes compositores rusos del siglo XIX y XX en olas bulliciosas y torbellinos de vientos que cautivaron el auditorio del Baluarte.
El programa nos paseó por las cumbres de los diferentes estilos de los s. XIX y XX y puso de manifiesto los efectos que la música puede producir en quien la interpreta y en quien la escucha.
El primer tercio del siglo XX fue el más vanguardista e innovador de toda la centuria. La música no podía quedarse fuera de esta breve pero intensa oleada: algo que quedó patente en el Baluarte el pasado 16 de enero.
Tras una recepción algo fría en el Baluarte, la Joven Orquesta Nacional de España consiguió, junto a una calurosa interpretación del trompetista Manuel Blanco y una clamorosa Leningrado bajo la batuta de Pehlivanian, arrancar el entusiasmo del público.