Turangalila

Figuras primordiales de la interpretación musical -el director Jonathan Nott y el pianista francés Pierre-Laurent Aimard- se reúnen para oficiar una velada excepcional, con la programación de la enorme y trascendental Turangalila, que Olivier Messiaen compuso entre 1946 y 1948. Un poema sinfónico encargado por Serguei Kussevitski para ser interpretado por la Sinfónica de Boston. El talante cosmogónico de esta extensa composición se pone de manifiesto en el propio título: procedente del sánscrito, significaría -en palabras de Messiaen- “canción de amor e himno a la alegría, el tiempo, el movimiento, el ritmo, la vida y la muerte”.

El compositor, que reconoció haber tenido presente el mito de Tristán e Isolda, para celebrar la mística de un amor generador de vida y de muerte optó por emplear una cantidad de recursos orquestales ciertamente innovadores, incluyendo las ondas Martenot (generador electroacústico inventado por Maurice Martenot, que en las primeras interpretaciones de la obra tocó su hermana Yvonne). Se trata, por todo ello, de una gran ocasión para descubrir una de las obras más fascinantes de la música clásica contemporánea.