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La arquitectura del sonido: Les Siècles de François-Xavier Roth

By , 21 April 2021

Es bien sabido aquello de no empezar la casa por el tejado. Testimonios de estos, de las buenas edificaciones que perduran en el tiempo, no sobran. Hablamos de esas edificaciones que empiezan bien asentadas y con una presencia sutil al inicio, donde poco a poco la forma se va dando hasta que acaban eclosionando en una estructura monumental. François-Xavier Roth hace posible estos edificios con desconcertante facilidad, y para felicidad nuestra. Es un arquitecto de bloques sonoros, quien con la maestría de los prudentes, arma paso a paso todos los detalles musicales y recrea la mejor de las versiones que uno pueda escuchar. Es un acto de fe en toda regla.

Su orquesta, que casi llega al centenar de intérpretes, acompaña a Roth en virtuosismo y propósitos. Conocidos por su puesta interpretativa historicista (trabajando con instrumentos de la época y en especial, del siglo XIX), recrean las partituras centenarias desde una nueva vertiente, siendo esta la de las nuevas generaciones, quienes innovan la lectura de los clásicos de la historia y que tienen como objetivo llegar a conectar, precisamente, con los nuevos públicos. Apelando a una mirada nueva a través de la creación musical de siglos atrás, Les Siècles y Roth, defensores de lo imaginativo y carismático de la exploración musical, se comprometen con el público actual haciendo de sus interpretaciones un acto de persuasión e hipnotismo. Y eso es lo que se pudo apreciar en la noche de ayer con un programa lleno de impresiones y sugestiones, con una Suite núm. 2 de Daphnis et Chloé de Ravel y la Sinfonía núm. 3 con órgano de Saint-Saëns. Por si fuese poco, el Orfeó Català y Juan de la Rubia como invitado, acabaron de sentenciar la jornada que ya sonaba a victoria.

La entrada de la Suite de Ravel fue una declaración de intenciones. La uniformidad de la sección de cuerdas, en equilibrio con el centelleo de las primeras flautas, recrearon la primera escena de este tríptico impresionista (Lever du jour) con el que desvelaron los primeros juegos tímbricos. La atmósfera sonora se formó a través de una sección de cuerda muy compacta, jugando con los matices descriptivos que aportaron todo el conjunto coral. Estos, distribuidos en los palcos de todo el primer piso y segundo (una puesta en escena estupenda), envolvieron la pieza creando un ambiente abstracto, con una cavidad acústica que nada tiene que envidiar al famoso Dolby Surround. La envoltura musical de todo el conjunto, entre instrumentación y voces, ocasionó una atmósfera sonora tan bella como irreal. Roth atravesó la siguiente escena (Pantomime) cuidando de los detalles armónicos, manteniendo la recreación intimista del acto y avanzando en la diversidad tímbrica de la pieza hasta llegar al estallido melódico del desenlace (Danse générale). El clímax se desarrolló aludiendo a todo el juego de ritmos de todas las secciones, en el que la variedad y la potencia no llegaron a caber en el auditorio, haciendo que el rebose acústico impidiera percibir en ciertos momentos todos los contrastes por la capacidad de proyección.

Con una orquesta al cien por cien y una capacidad técnica desbordante, la Sinfonía núm. 3 de Saint-Saëns introducía a Juan de la Rubia en la sección de órgano. La presentación de la pieza continuó con la luminosidad con la que se había despedido la de Ravel, devolviendo el protagonismo a las cuerdas durante los primeros instantes que duró el pasaje inicial. La incursión de los metales y la percusión tomaron relieve marcando los cambios de dinámicas y evidenciando el auge de la fuerza de la pieza. Uno de los momentos más emblemáticos, y justamente a quien va dedicada esta partitura, fue la entrada del órgano. De la Rubia ejecutó el movimiento Poco Adagio con la medida musical con la que fue escrita, transformándose para dar paso a la siguiente línea. Su intervención en este fragmento estuvo subrayada de nuevo por una orquestación rica; en la sección de cuerdas, acentuaron frases del motivo melódico presentado inicialmente, y una sección de metales y vientos, especialmente trombones, flautas y clarinetes, trazaron el carácter ascético de la obra. Ya en el Scherzo, Roth marcó atención en el pasaje que presentaba las cuerdas turbadas, recuperando el posterior tema. Junto al órgano, se le unió los arpegios del piano a cuatro manos, quien marcó el sprint final del desarrollo y uniéndose todas las partes de la orquesta, marcando los metales las últimas notas enérgicas y concluyentes.

El esfuerzo y la dedicación tuvieron la reacción esperada. El público barcelonés se deshizo en aplausos a una orquesta y a su director que demostraron un saber hacer de los mejores. Como propina, regalaron a los presentes la fantástica Farandola de L’Arlésienne de Bizet. El Palau se le quedó pequeño al monumento que habían creado Les Siècles y a François-Xavier Roth.

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Reviewed at Palau de la Música, Barcelona on 19 April 2021
Ravel, Daphnis et Chloé: Suite no. 2
Saint-Saëns, Symphony no. 3 in C minor "Organ Symphony", Op.78
Juan de la Rubia, Organ
Orfeó Català
Les Siècles
François-Xavier Roth, Conductor
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