El Festival Internacional de Música y Danza de Granada este año tiene esencia francesa, algo que se deja notar no sólo en el repertorio, sino también en muchas de las formaciones que la visitan. Tal es el caso de la prestigiosa orquesta Les Siècles, que bajo la dirección de su director artístico François-Xavier Roth ofreció un concierto dedicado a Debussy y su tiempo. El director francés y su orquesta estuvieron acompañados en el escenario por el pianista Jean-Efflam Bavouzet para una de las obras.
El concierto se abrió con la Marcha escocesa de Debussy, una pequeña obra para orquesta que sirvió para templar el escenario y embelesar desde las primeras armonías de las cuerdas al público asistente. Su ágil interpretación fue un auténtico muestrario tímbrico. François-Xavier Roth está consiguiendo con Les Siècles crear un sonido propio a partir de un culto preciosista a los matices y a la exactitud interpretativa. Su gesto dinámico y marcado encuentra en la formación un fiel reflejo que convierte cada obra en singular y sugerente. Los músicos habían sido cuidadosamente dispuestos en el escenario para compensar las ricas sonoridades del repertorio escogido, enfrentando a las cuerdas agudas y distribuyendo los vientos en maderas más trompas frente al resto de los metales. El resultado sonoro fue magnífico.
También de Debussy, le siguió Jeux, un poema sinfónico que supone el testamento estético del autor. Su concepción danzable se evidencia en los ricos patrones rítmicos de la pieza, magistralmente marcados por Roth en todo momento, en un ejercicio sublime de compensación tímbrica. El discurso, en continua evolución, fue bien construido por Les Siècles, y el mimo en los matices y las líneas expresivas hicieron de su interpretación toda una lección. La primera parte se cerró con las Variaciones sinfónicas de César Franck. Para la interpretación de esta pieza subió al escenario el pianista Jean-Efflam Bavouzet. De una pureza sonora sobrecogedora, su actuación estuvo marcada por la limpieza de los pasajes de agilidad, la calidez de sus acordes, la riqueza en matices de su línea melódica o la pasión que desprende su viva forma de tocar. La prolongada ovación recibida persuadió al pianista a interpretar como propina La puerta del vino, de Debussy.