En este concierto, el gran pianista cubano, nacionalizado español, Jorge Luis Prats hizo su debut con la Sinfónica de Tenerife. El director fue Víctor Pablo Pérez, titular de la orquesta entre los años 1986 y 2005, el cual no solo mantiene su vinculación con Canarias como invitado principal de la orquesta, sino que también es el director artístico de la Joven Orquesta de Canarias. En el programa, dos obras emblemáticas de Tchaikovsky y una del compositor tinerfeño Agustín Ramos, que fue trompetista de la orquesta y mantiene una actividad musical importante en la isla.
In Memorian es una obra dedicada a los recuerdos y los homenajes. Ramos demuestra ser un brillante orquestador y un creador de melodías muy inspiradas. En algunos aspectos, la obra recuerda a las bandas sonoras del Hollywood de los años cincuenta. Víctor Pablo Pérez hizo una versión muy cuidadosa en todos los aspectos y la orquesta mostró un gran nivel de excelencia, tanto en conjunto como en los solos instrumentales, que fueron muy bien resueltos.
Jorge Luis Prats destila un aire jovial y agradable que facilita su conexión con el oyente. Su técnica es muy depurada y, sin gestos excesivos, es capaz de conseguir gran variedad de matices y superar las enormes dificultades pianísticas de los pasajes del Concierto para piano en si bemol Op.23 de Tchaikovsky. Además, su versión fue muy personal y comunicativa, lo que hace que siempre sea interesante, se esté o no de acuerdo con algunas de sus propuestas interpretativas, que algunas veces pueden llegar a ser extravagantes. En ciertos momentos, el pianista pareció ceder a la necesidad de impresionar, lo que llevó a situaciones de virtuosismo vacuo, un uso emborronado del pedal en algunos momentos o el perderse con la orquesta durante algunos segundos del tercer tiempo. Víctor Pablo Pérez no tuvo un trabajo fácil, pero supo adaptarse bien a las idiosincrasias de Prats. Una versión pues, si no redonda, sí con suficiente calidad para convertirla en muy interesante. Ahora bien, si en el Tchaikovsky pudo haber algunas dudas, todas se disiparon en los numerosos regalos concedidos por el pianista, entre los que se encontraban piezas del compositor cubano Ignacio Cervantes como Los tres golpes o Los muñecos. Versiones magistrales de una música que domina a la perfección.