El variado programa a cargo del joven director originario de Hong Kong, y actual titular de la Sinfónica de Navarra, Perry So, junto a la trompetista Lucienne Renaudin Vary completaron una propuesta de innegable atractivo. Desde el clasicismo de Haydn, el checo Smetana, y el post-romanticismo de Brahms, pasando por los acordes de los modernizados tangos porteños de Piazzola. Una innovadora oferta enmarcada en la celebración del espíritu del arte musical, signo distintivo de esta temporada del conjunto musical tinerfeño.
Comenzamos con el celebrado Concierto para trompeta de Haydn, cuya partitura original se mantuvo perdida durante más de un siglo, y que gracias a su redescubrimiento forma parte del repertorio habitual de este inhabitual instrumento solista. Como no puede ser de otra manera, la obra se compone de los tres clásicos movimientos, Allegro – Andante – Allegro, en forma de sonata, si bien el compositor introduce importantes innovaciones en el uso de, en su época reciente instrumento, cuales son el desarrollo melódico y el cromatismo de su registro grave, lo cual implica al intérprete en un grado sumo de virtuosismo. En esta ocasión, la joven Renaudin acreditó un pleno dominio de la pieza, modulando de manera brillante volumen y tonalidades, sobresaliendo la cadenza del primer movimiento, todo ello en perfecta conjunción con la batuta en un notable y prometedor comienzo. El dominio de la respiración, una técnica asombrosa acompañada de una coreográfica interpretación hicieron las delicias del numeroso público ante una ejecución impecable.
La pieza Sarka, correspondiente al ciclo de seis poemas sinfónicos Mi patria de Smetana no suele ser la más habitual, siempre ocultada por El Moldava, en un profundo mensaje de evocación de este genial músico a su tierra natal. El maestro resaltó con brío los aspectos épicos y dramáticos de esta leyenda musicalizada, imponiendo ritmos rápidos y enérgicos muy apropiados a la partitura en una lectura abrumadora de gran impacto auditivo, extrayendo las mejores cualidades de la orquesta conjuntada sin fisuras en una lectura apasionada y segura a la que Perry So supo dar su impronta personal.