Un jugoso programa de obras menos habituales, como la del compositor, nacido en Puerto Rico, Roberto Sierra, junto al prolijo Concierto para piano núm. 3 de Prokofiev, frente a otras de gran popularidad conformaron el concierto. Dirigido por Giancarlo Guerrero, quien cuenta con una amplia trayectoria especialmente en Estados Unidos, director comprometido y exigente con los intérpretes, y con cuyos ingredientes no se pudo cocinar mejor velada.
De la pieza Fandangos de Roberto Sierra podemos apuntar que añade a su belleza melódica la exigencia de una prestación orquestal de gran nivel, cual fue el presente caso. Causó una muy grata impresión la lectura ofrecida por el maestro Guerrero, plena de expresividad y recursos interpretativos, extrayendo la mejor sonoridad que requiere la obra a los profesores de la Sinfónica de Tenerife. A este excelente comienzo le siguió la interpretación del Concierto para piano núm. 3 de Prokofiev ofrecida por el ruso Denis Kozhukhin. Podemos resaltar su virtuosidad y conocimiento de la partitura, atento tanto a los cambios armónicos como a la expresividad sonora que requiere la obra. Sabiamente acompañada bajo la impecable batuta del director, quien extrajo de la sección de madera, oboes y clarinetes el mejor rendimiento en orden a una brillante interpretación. Si bien la misma resultó de gran brillantez, merece la pena destacar la ejecución del tercer movimiento, pleno de pasión y de incisiva insistencia en los momentos más melódicos y virtuosísticos, conforme a la lectura altamente protagónica del joven pianista, merecedor del éxito obtenido. Su dominio técnico y expresivo destaca la pasión reflejada en la obra, largamente larvada por el compositor, y que sin duda merece interpretaciones como la presente.