Un momento trasparente en el que la intimidad de Shostakovich fue palpable. Así fue el concierto del Carducci String Quartet el pasado domingo en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. Un evento que aseguró el cierre perfecto para el maratón de conciertos que el Carducci realizó en Colombia.
El homenaje a uno de los compositores más prolíficos del siglo XX no pudo haber sido más abundante en belleza. La celebración de los 40 años de la muerte del compositor ruso estuvo marcada por interpretaciones en las que la planeación de las ideas musicales era tan clara que cada nuevo pasaje redactaba en su avance una historia. Los cuartetos que se escucharon la mañana del domingo en la Sala de Conciertos resumieron un proyecto musical que Shostakovich estructuró como ciclo y que sirvió como laboratorio para sus propuestas estilísticas.
El Cuarteto Carducci abrió el concierto con el Cuarteto núm. 4 en re mayor, Op.83 deslumbrando a los oyentes con la afinación y el balance. Pero en particular, llamó la atención la propuesta sonora de la violonchelista Emma Denton, que sirvió de sostén durante todo el concierto a las propuestas musicales de los demás instrumentos. Su sonido es redondo y presente aún en los momentos sutiles. El arco siempre está bien apoyado logrando un sonido con cuerpo. El Andantino fue un momento glorioso e introspectivo, casi un lamento. Una melodía interpretada con belleza por Matthew Denton y conducida por el cuarteto con la profundidad necesaria.
Por su parte, el Cuarteto núm. 10 en la bemol mayor, Op.118 ofreció los momentos más luminosos de la mañana. El Allegreto furioso fue interpretado con el desparpajo propio de la seguridad. El sonido rasgado y atropellado brilló por su astucia. El Adagio se caracterizó por la buena dosificación del vibrato y en muchos momentos sorprendió por el sonido limpio y puro al que tanto se le teme porque revela la imprecisión, al conseguir una calidez y liviandad consoladora. Por último, el Adagio continuo del Cuarteto núm. 15 en mi bemol mayor, Op.144 cerró el recital del Cuarteto Carducci. Una pieza compleja, con frases extensas y contrastes construidos a partir de variaciones mínimas en intensidad. Un réquiem que emergió con maestría y que se despidió con el dramatismo propio del apagón vital en el que Shostakovich se encontraba.