¿Cómo te enamoraste del flamenco y qué te motivó para mudarte a Madrid?
Cuando era adolescente, mi padre me llevó a ver un espectáculo de Paco Peña en Brighton y cuando salí del teatro dije, “¡tengo que hacer eso!”. Me fascinó el diálogo entre músico y bailarín, y con qué facilidad parecían comunicarse entre sí y lo emocionante que era presenciar esa armonía. Dieciséis años después, sigo fascinada por lo mismo y sigo tratando de encontrarlo. ¡Es un pozo sin fondo! Una profesora de flamenco en Nueva York, Dionisia García, me animó a que me mudara a Madrid para recibir la educación adecuada. La mayoría de los bailarines de flamenco extranjeros pasan una buena cantidad de tiempo en España para formarse técnicamente y para empaparse de la cultura y el el lenguaje. Para mí, aprender español era parte importante del proceso, ser capaz de entender no solo lo que se canta, sino también lo que la gente piensa. El flamenco es una forma muy personal de danza, cada artista tiene una visión muy particular de lo que es.
¿Cómo aprendes y practicas tu arte? ¿Y cómo actúas habitualmente?
Hay dos caminos que puedes elegir a la hora de aprender. Puedes ir por el sistema oficial estudiando en conservatorio, o puedes aprender con distintos maestros. Aunque puedes aprender mucho en conservatorios, creo que tiene sus limitaciones. En el flamenco hay muchísimo espacio para la exploración y el desarrollo personal, que va más allá del aprendizaje de la técnica. Puedes reconocer partes de la personalidad del bailarín en la manera en la que reaccionamos a una situación, una emoción o una melodía. Creo que aprender flamenco es como aprender un idioma, tienes que aprender la gramática para poder mantener una conversación. Aprendes la gramática en clase, y aprendes a hablar en el escenario. Las tablas son las que te dan la experiencia como intéprete. Los bailarines de flamenco practican mucho solos. Ponemos mucho de nuestro propio material y es, generalmente, un baile a solo, así que tienes que practicar mucho solo para escucharte a ti mismo.
El flamenco se interpreta ya sea en un tablao, (en restaurantes o espacios escénicos), o en un teatro. La interpretación del flamenco ofrece muchas más posibilidades de las que se cree. Hay muchísimo espacio y una gran variedad para la exploración dentro del género.
Recibo clases de forma habitual pero no únicamente de flamenco. El yoga me ayuda a encontrar el peso que siempre estamos buscando en el flamenco, la presencia y la conexión con el suelo.
Realiza coreografías y actúa en Dotdotdot Dance, la compañía que ha cofundado. Diría que está experimentando con la forma, ¿cree que el género está evolucionando?
Completamente. El flamenco es una forma de arte relativamente joven, y que comenzó a desarrollarse hacia lo que conocemos hoy en día alrededor de 1850, y aúna muchas inlfuencias de diferentes países. Está en constante evolución, pero es un arte extrañemente pesimista, siempre mirando atrás y nostálgico por la esencia de lo que se ha perdido. Me parece que por un lado estoy obsesionada con la idea de “pureza”, y por otro, rebelde y difícil de definir.
Dotdotdot Dance es riguroso en el análisis del flamenco tradicional pero se limita al mismo. Buscamos un enfoque coreográfico creativo e interrogativo. Era importante para nosotros tener un espacio en el que fuéramos libres para crear, investigar y desarrollar distintas perspectivas de flamenco. Todo el mundo crece con distintas experiencias, distintas referencias culturales, distintos idiomas. El flamenco que creamos como compañía trata de ser ante todo fiel a lo que somos como personas y presentar una visión del flamenco que ofrezca al público una vía para entender sus sensaciones, no solo la estética. Con cada proyecto, avanzamos un poco más e intentamos acercarnos a otras formas para encontrar nuevas herramientas y perspectivas
¿El bailaor y el músico son se sirven de inspiración mutua?
¡Al 100%! De una manera directa, si estás improvisando una danza, estás en constante diálogo y si conectas con el músico, entonces puedes volar! A la hora de diseñar un espectáculo, también trabajamos juntos. Por ejemplo, cuando hicimos When Viola Met Vargas, trabajé a lo largo de todo el proceso con nuestro director musical Liam Howarth y los otros músicos. Este intercambio me resulta emocionante y me inspira mucho. Es muy especial tener esa relación con los músicos y ver como reaccionan en base al movimiento y las ideas para una pieza.
El flamenco es cada vez más popular en el Reino Unido y en general, fuera de España, y hay representaciones en distintos lugares y festivales. ¿Encuentra esta “exportación” interesante y te aporta más oportunidades?
¡Por supuesto! Espero que también signifique programas más diversos y más apoyo para los artistas. Me encantaría que el flamenco se programase más en los auditorios como cualquier otro género de la danza, y no limitado a festivales de flamenco o de música española.
Magdalena se formó en Madrid en el Centro de Arte Flamenco Amor de Dios y en el Conservatorio Superior de Danza “María de Ávila”, estudió también danza contemporánea en la Northern School of Contemporary Dance y en el Merce Cunningham Studio. Actúa habitualemente en tablaos de Madrid como el Corral de la Morería, Café de Chinitas y Las Tablas y forma parte de la compañía de Rafaela Carrasco desde 2018. Es cofundadora y codirectora artística de la compañía de flamenco contemporáneo Dotdotdot Dance y es profesora residente de la Flamenco Academy London, la escuela de flamenco más grande y qué más rápido está creciendo de Reino Unido.