Imagínense la escena: Sábado Santo, por la tarde, en Bogotá y fuera de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Suba, la gente hace cola. La fila se forma no solo alrededor del edificio, sino a lo largo de cuatro manzanas. No, no era para el servicio religioso, comprensible en un país incondicionalmente católico, sino para un concierto. Un concierto gratuito. Un concierto de música clásica. La policía hizo la vista gorda y permitió a la multitud acceder al recinto y, para cuando tomamos asiento para escuchar la Kölner Akademie interpretar Mozart, la iglesia rebosaba gente de todas las edades. Largas filas en los pasillos hasta la parte de atrás y la puerta lateral abierta para que aquellos que no habían podido apretujarse en el interior, pudieran al menos escuchar.

Iglesia de la Inmaculada Concepción de Suba © Mark Pullinger
Iglesia de la Inmaculada Concepción de Suba
© Mark Pullinger
Y así fue que 1300 personas vieron a la Sociedad Coral Santa Cecilia -un joven coro colombiano- alinearse e interpretar Sancta Maria, mater Dei, K.273. Después, tras cerrar sus carpetas el coro ofreció una sentida interpretación del Ave verum corpus. Incluso uno de los trompas de la Akademie, de sobra en esta pieza, se les unió. Fue una experiencia sobrecogedora y las lágrimas fluyeron. Fluyen de nuevo según escribo esto.

La soprano colombiana Juanita Lascarro fue recibida con un vigoroso aplauso, incluso antes de cantar una nota del Exsultate jubilate, para su propia sorpresa. Más tarde me comentó que nunca había experimentado una respuesta tal por parte del público. Incluso a lo largo de la magnífica interpretación de la Akademie de la Sinfonía Júpiter, que cerró el programa, la atención estaba atrapada, la única interrupción entre los movimientos fue la espera del director Michael Alexander Willens a que un perro, en el exterior, parase de ladrar.

¿Qué hacía una de las mejores orquestas de cámara europeas tocando en un concierto gratuito en una pequeña iglesia de un tranquilo barrio de la capital de Colombia? Esto no era un Mozart de bombonera intepretado en los dorados auditorios de Salzburgo o Viena. Este era uno de los diecisiete conciertos gratuitos del festival "Bogotá es Mozart", con intérpretes de Europa, solistas y conjuntos, uniéndose a músicos colombianos. Calificar al festival de ambicioso sería quedarse muy corto. El BBC Proms, conocido como uno de los mejores festivales de música clásica del mundo, organiza algo más de ochenta conciertos este verano, a lo largo de ocho semanas. ¡"Bogotá es Mozart" puso en marcha sesenta y tres conciertos en cuatro días!

La mayor parte de los conciertos tuvieron lugar en el auditorio principal o en el teatro estudio del Centro Cultural Julio Mario Santo Domingo, un edificio de titularidad pública en la parte norte de la ciudad, donado a Bogotá por la familia Santo Domingo. Otros eventos tuvieron lugar en el pintoresco Teatro Colón en Candelaria, la parte colonial de la ciudad, o en el cercano Teatro Jorge Eliécer Gaitán. Además, espacios como bibliotecas, centros comunitarios o pequeños teatros salpicados por distintas regiones ofrecían tambien conciertos, muchos de ellos gratis, para permitir que la mayor cantidad de gente posible pudiera escuchar música. Sin comprometer la calidad en los conciertos gratuitos, escuché al Cuarteto de Cuerda Simón Bolívar, compuesto por primeros atriles de la Orquesta Sinfonica Simón Bolívar de Venezuela, interpretando dos cuartetos de cuerda (K458 y K465) en el Villa Mayor. La multitud que serpenteaba en el exterior estaba formada principalmente por jóvenes, de los que el 75% serían de unos 25 años o menores. No pude evitar preguntarme cuál sería la afluencia de jóvenes londinenses a un concierto gratuito de cuartetos de Mozart.

La respuesta del público de Bogotá ha sido increíble por dos motivos. Primero, el público colombiano acudió en masa y no solo a los conciertos gratuitos. Ramiro Osorio Fonseca, Director General del Teatro Mayor, y responsable de la organización del festival, nos explicó que los conciertos están subvencionados, haciendo que las entradas sean más baratas. Auditorios y teatros estaban abarrotados. Segundo, la respuesta del público a las interpretaciones ha sido excepcional. Escuchaban con atención y aplaudían con clamor. Nunca había escuchado tantas propinas - propinas auténticas, nada preparado, como la repetición de un movimiento final, por ejemplo- en tan poco tiempo.

No había ni rastro de los nefastos hábitos a los que asisto semana sí, semana también, en Londres: los carraspeos en masa entre movimientos, y los bravos provenientes de aquellos que para demostrar que saben cuando se ha acabado una pieza gritan antes de que los últimos sonidos se hayan desvanecido, brillaban por su ausencia. Es una audiencia crítica también. La ovación que atestigué fue de una magnífica interpretación de la Júpiter de la Orquesta de Cámara de Viena.

Este es el segundo festival internacional en estas latitudes. 2013 asistió a "Bogotá es Beethoven". Enrique Muknik, productor de ambos festivales, el de Beethoven y esta secuela de Mozart, me explicó que se han construido siguiendo modelos de festivales de Bilbao, Nantes y Tokyo, con conciertos programados a lo largo de todo el día. Funcionó. "¿Se lo pueden imaginar? ¡Había madres con sus hijos en brazos haciendo cola para escuchar el Op. 132 de Beethoven!" El inagotable entusiasmo de Muknik por el proyecto es compartido por el equipo del Teatro Mayor al completo, así como por aquellos que repetían festival. Laurence Vittes, crítico afincado en Los Ángeles, estuvo aquí en 2013 y, definitivamente, está enganchado. Ha vuelto para el festival Mozart y volverá este verano cuando Gustavo Dudamel y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar presenten su primer ciclo sinfónico beethoveniano... no en Caracas, tomen nota, sino en Bogotá!

Se han subvencionado 50.000 entradas para el festival Mozart. Osorio nos explicó que la financiación para estas entradas baratas viene de la venta de entradas (25%) y del presupuesto del Teatro Mayor (25%), el 50% restante proviene de patrocinadores como el Banco de Colombia (cuya sede esta en Medellín, no en Bogotá), o compañías de seguros. Osorio comentó también como el declive de la escena musical en Caracas ha visto a Bogotá (y Lima) convertirse en el foco de América Latina. El sector económico está interesado en promover la cultura y hay una clara intención entre público e instituciones privadas en Colombia por construir una audiencia para música clásica.

Si este festival se pusiera en marcha en algún otro sitio, en Reino Unido por ejemplo, para cumplir con su principal propósito de llevar la música clásica a nuevas audiencias y hacerlo "accesible", los curadores organizarían montones de charlas pre-conciertos para hablarle a la gente sobre la música y sobre a qué prestar atención. Aquí no. En Bogotá sencillamente presentan un montón de conciertos y reparten programas gratuitos según se entra... ¿y saben qué? la gente acude en manadas y les encanta.

Ojalá veamos iniciativas como esta florecer en otros lugares, no solo en Sudamérica, donde hay una necesidad de atraer nuevas audiencias hacia la música clásica, sino en Norteamérica y Europa también, para referescar la manera en la que la música clásica conecta con un público más amplio.

Han sido unos días fascinantes. Sé una cosa. Nunca volveré a escuchar el Ave verum corpus de la misma manera. Eso es lo que Bogotá le hace a uno.

Traducido del inglés por Katia de Miguel