Para este concierto de clausura de la brillante temporada 2024/2025 se decidió apostar por lo seguro, conformando un programa integrado por obras de enorme popularidad y sobrado conocimiento por el aficionado medio, todo ello en el marco festivo de la despedida de este apasionante ciclo. Para ello se contó con la dirección de Joseph Swensen, quien ha compaginado de forma brillante tanto su amplia carrera como violinista y compositor como a cargo de la batuta, de contrastada experiencia y solvencia en el podio.

La Suite núm. 1 de Peer Gynt de Grieg inició la velada con sus consabidas cuatro piezas de música incidental para la obra del también noruego Henrik Ibsen. Sus pegadizos acordes fueron sabiamente resaltados por el director, imprimiendo ritmos un tanto lentos pero cuidadosamente matizados, sin ostentaciones sonoras y en general de muy pulcra ejecución. A destacar las oscuras tonalidades obtenidas en “La muerte de Aase” así como el embriagador y espectacular final ejecutado con inhabitual sobriedad.

María Dueñas © Sonja Müller
María Dueñas
© Sonja Müller

Seguidamente, y para la interpretación del Concierto para violín núm. 3 de Saint-Saëns se pudo disfrutar de la impagable presencia de la jovencísima María Dueñas, de consolidada carrera internacional. Esta obra, estrenada y dedicada por su autor al navarro Pablo Sarasate, supone un reto interpretativo de gran sutileza, pese a su aparente sencillez técnica. El Allegro non troppo fue acometido de forma segura transmitiendo las dulcísimas melodías con una seguridad pasmosa en perfecta conjunción con la orquesta, lo que se reiteró a lo largo de la ejecución. Del Andantino supo obtener María Dueñas los sentimientos melancólicos que inspiran este movimiento, donde brilló particularmente la exquisita técnica de la intérprete, acompañada sin fisuras por el conjunto orquestal, que ofreció una intervención de enorme nivel y perfecta identidad con la solista. Para el final Molto moderato e maestoso reservó la solista una auténtica exhibición de solvencia y compromiso resaltando las reminiscencias románticas de la obra, a la que el maestro Swensen dio una lectura de gran delicadeza, mereciendo resaltarse las intervenciones de los solistas de viento que exhibieron una gran maestría en cada una de ellas. Una primera parte que el abarrotado auditorio agradeció de forma profusa con todo merecimiento.

Para la segunda parte de la tarde programó la Sinfonía núm. 9 de Dvořák, “Del Nuevo Mundo”, si bien muy programada, siempre se procura descubrir en cada nueva audición algún matiz, o los pequeños detalles que convierten a esta colosal obra en el mayor logro del genio checo. De nuevo, Swensen acreditó un gran conocimiento de la obra, consiguiendo la oportuna conjunción sonora entre cuerdas, madera y vientos que permitan percibir dichos matices. La sensibilidad desplegada en el Largo, tanto por el rol protagónico de las cuerdas como por las evocadoras intervenciones de la sección de madera, fue espectacular. Un trepidante Scherzo, preciso y vibrante auguró la antesala del brillante final servido con la solemnidad propia de este Allegro con fuoco, cuyos cambios de tonalidad se resaltaron sabiamente, sin estridencias y, en definitiva, rindiendo un excelente tributo a esta obra de referencia.

A la espera de la pronta incorporación del nuevo director principal invitado de la OST, el asturiano Pablo González, cabe significar que la que concluye con este concierto, sin dejar de suponer un periodo transitorio, ha configurado un momento de inflexión y profundización en la excelencia musical recuperada por la Sinfónica de Tenerife, ansiosa de nuevos retos musicales que esperamos narrarles.

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