La Séptima de Dvořák

Richard Strauss compuso el Concierto para oboe animado por un intérprete norteamericano -John de Lancie- que había visitado su casa después de la Segunda Guerra Mundial, todavía en condición de soldado. A pesar de la reluctancia inicial, Strauss accedió a crear una partitura para él, en la que se evidencia cierto retorno a la expresividad romántica. En tres movimientos, el despliegue virtuoso del solista -Ramón Ortega en el presente concierto- no le impide exhibir un talante sumamente comunicativo desde la intervención inicial.

La Séptima de Antonín Dvorák es un monumento sinfónico incomprensiblemente relegado a un segundo plano, quién sabe si -en cierto modo- debido al éxito de su Novena, la mítica sinfonía “Del nuevo mundo”. Se trata, sin embargo, de una extraordinaria muestra de su imaginación sonora, que el director Pablo González -buen conocedor del lenguaje musical del checo- oficiará. Incorpora un festival de melodías tradicionales y ritmos vivos, con la grandilocuencia que se espera de uno de los principales compositores del Romanticismo.