Siempre resulta agradecido asistir a un nuevo concierto de las hermanas Labèque. No se trata únicamente de aquella curiosidad despertada por la fama y el carácter consagrado de los mitos -la trayectoria de Katia y Marielle Labèque se extiende por más de 40 años, involucrando a las mejores orquestas, auditorios y conductores-, sino también de la promesa que sus proyectos ofrecen al oyente de una experiencia original y excitante. En este sentido, uno de los mayores logros perpetrado por las pianistas francesas radica en reformular la función habitual de su instrumento en el escenario de la práctica artística romántica. Y tal actualización, naturalmente, no acontece solo desde el apartado concerniente a sus dotes interpretativas, sino también merced a la lectura de partituras como las de Philip Glass.
Prueba de ello es el programa que nos ocupa, nutriéndose de dos estrenos en España, The Chase -2 pianos- y Stoke's Duet -2 pianos-, además de otros tres celebrados trabajos del autor estadounidense: The Poets Acts, Etude No. 5 y 4 movimientos para dos pianos. Sin renunciar a la idiosincrasia de cada pieza, puede hallarse un denominador común a través de sus pentagramas: la desactivación del protagonismo funcional -ya sea melódico, armónico, rítmico, tímbrico, etc.- mediante una pugna no resuelta. El piano, que desde el siglo XIX había sido asumido como un medio privilegiado para expresar las emociones y las exigencias del sujeto lírico, y su concierto, que se presentaba como el vehículo idóneo para las heroicidades de dicha expresión individual, son trastocados ahora por la duplicación y la disolución de las jerarquías.
Las hermanas Labèque revelaron todos estos aspectos en una representación a 4 manos que no se detuvo en la mera afirmación de las notas, sino que, antes bien, articuló matices, tensiones de dirección y pulsos siempre orgánicos desde la sincronía de ambos teclados. Destacó especialmente el rol de la subdivisión, que en Glass actúa a la manera de principio equipolente con relación a modulaciones y motivos, desempeñando un rol igualmente importante el compás de amalgama y el privilegio del pulso débil en el tándem arsis-tesis. Si a esta enumeración de factores sumamos la límpida técnica de la que hicieron gala las solistas de Bayona -sin renunciar a un derroche de pasión, patente tanto en el sonido producido como en su gestualidad-, el resultado es manifiesto: un ejercicio sobresaliente.