Tan sólo tres acordes bastaron para que Teodor Currentzis y musicAeterna atraparan al público en su primera visita al Palau de la Música de València. Sin apenas dejar que se apagaran los aplausos que les daban la bienvenida, arrancó la llamada que inicia la obertura de La forza del destino. Una excitante descarga eléctrica que no cesó hasta que concluyó el concierto.

Teodor Currentzis © Live Music Valencia | Palau de la Música
Teodor Currentzis
© Live Music Valencia | Palau de la Música

Partamos de que a Currentzis lo que menos le importa es la corrección. Con sus corpografías, libres y en ocasiones bellísimas, convertidas en dúctiles y plásticos gestos sonoros por los músicos, se apodera del relato, sea cual sea la partitura. Al mismo tiempo, fuerza todo lo que puede los parámetros musicales: a veces, los tempi resultan vertiginosos, el fraseo exagerado y la sonoridad del instrumento extremada, pero, no por ello pierde la nobleza en los enérgicos fortísimos que llega a alcanzar, ni deja de ser sutil en los pianísimos que también sabe hacer. Lógicamente, el director se sirve de unos músicos formidables. En sus proyectos sólo caben los virtuosos que saben sacar mil y un color a sus instrumentos, tanto a solo como en conjunto. Así, en el Andantino de la obertura, flauta, oboe y clarinete fueron uno, de tan afinados y empastados como estaban. La consecuente aparición de los violines nació velada, como cuando miras a través de un visillo, y concluyó candente. El colofón lo pusieron unos metales compactos y teatrales en grado sumo.

En otra dirección, las Variaciones sobre un tema rococó resultaron doblemente contrastantes. En primer lugar, su amabilidad confrontó con la garra de la página verdiana. En el plano interno, el marcado carácter ruso del motivo de las maderas que aparecen en todas las variaciones —síncopas de los fagotes en especial— sirvió de contrapeso al lirismo de la parte solista, quitando el exceso de almíbar que contiene este guiño a lo galante. Incluso a la variación cuarta, Miriam Prandi, la solista, le aplicó un puntito de ironía que vino bien. Prandi lució un sonido bonito, de graves anchos, nobles y corpóreos, y agudos plenos y afinadísimos. Al acabar, la solista regaló dos piezas breves que no reconocimos, de delicada y concentrada expresión. Una de ellas la acompañó del canto.

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Teodor Currentzis y MusicAeterna en el Palau de la Música de Valencia
© Live Music Valencia | Palau de la Música

En la segunda parte, con Prandi ocupando su puesto en la sección correspondiente y las cuerdas agudas puestas en pie, el juego de colores resultó aún más llamativo. Esta colocación dio más relieve a los planos sonoros, de modo que los graníticos graves parecían emanar de las entrañas de la tierra. Uno de los momentos más impactantes fue la masa que formaron clarinetes y chelos. En el primer movimiento de la Quinta sinfonía de Shostakovich, la aparición de los violines volvió a sonar velada y plana en lo expresivo, como un rezo. Por el contrario, su consecuente en el registro agudo fue incisivo y muy tenso. Seguidamente, con el ostinato de las cuerdas muy sujeto, Currentzis llegó al coral de unas trompas que descollaron por su carácter de bloque, igualmente correspondidas por las trompetas en la siguiente entrada del canon. El desarrollo fue poderoso y muy bien explicada la recapitulación. En el vals (segundo movimiento) el director logró emparejar elementos antitéticos: lo mastodóntico del conjunto con la gracilidad y exquisitez en el fraseo del concertino y la flauta solista puesta en pie. No obstante, donde más creativo se mostró fue en el Largo al desarrollar un interesante sentido constructivo, aderezado con minuciosos detalles narrativos como el gélido acompañamiento al oboísta, seguido por un espléndido solo de clarinete y otro de flauta muy bien fraseados. En el último movimiento volvió el vértigo en cuanto al ritmo y la suntuosidad en lo sonoro. Dos rasgos prolongados en dos propinas del calibre de Montescos y Capuletos y Muerte de Tibaldo.

En definitiva, un delicioso delirio para el público y un acierto para la dirección de la institución por insuflar nuevos y frescos aires a una programación tan necesitada de este tipo de visiones. Bienvenidos sean Currentzis y sus huestes de musicAeterna.

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