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Por cuarta vez, la producción de Moshe Leiser y Patrice Caurier vuelve a llenar el patio de butacas del Liceu, ante un estreno de protagonismo tradicionalista.

Sebastião Salgado y Simone Menenzes erigen una oda, con notas e imágenes, a un paraíso en la Tierra; un espectáculo multidisciplinar y reivindicativo que canta a la preservación natural.

Esperada para la temporada 2024-25, la presencia de Laurence Equilbey fue acogida con entusiasmo por una dirección expansiva, emotiva y con una mirada hacia el cielo.

Una propuesta de Jean-Claude Auvray ya internacional, que triunfa en todos los escenarios en los que se programa. Nicola Luisotti puso el broche de oro a una orquestación cinemática.

Àlex Ollé regresa para inundar el mundo de Katerina Ismailova; un recorrido de una muerte en vida de una protagonista envuelta por el vacío.

La elegancia orquestal de Summers y el metateatro conceptual de McVicar perfilaron un retrato biográfico con una protagonista destruida por las pulsiones humanas.

Junto a Sayaka Shoji, esta obra revivió desde el minimalismo electrónico, el virtuosismo de cámara y el respeto posmoderno del compositor alemán.

Conocimiento y sensibilidad en la propuesta liderada por Dudamel, posibilitando una interpretación para oyentes y sordos con la participación del Coro de Manos Blancas y la Deaf West Theatre.

El cuento clásico musicado por Rossini es recreado por Emma Dante como un mundo lleno de color que esconde un lado turbio, moviéndose entre lo coquette y lo grotesco.sagr

Llevada a escena por la compañía alemana Ballett Dortmund, la pieza combina clasicismo con contemporaneidad, realidad con onirismo, siendo una versión muy libre del clásico de Shakespeare.

Una tragedia del espíritu del siglo XX con música del XXI; Hèctor Parra y Calixto Bieito releen a Pasolini en una producción acertada, aún con un resultado a medias.

Un díptico de cuerpos y movimientos, mitologías y estructuras, en un programa dedicado a la poesía corporal por Sidi Larbi Cherkaoui.

La última producción del tándem Vick-Spirei defiende una postura fluida entre géneros y convenciones; una puesta de escena bien calibrada por el temple verdiano de Riccardo Frizza.

La séptima de las sinfonías del austro-bohemio, y quizá la menos popular de todas ellas, fue llevada a cabo por una orquestación desenvuelta en una carrera de sonoridades.

El Liceu sigue llenando el teatro con esta producción que no cesa en ser una de las más icónicas desde su estreno en 1999 en el marco del Festival de Peralada.

Éxito en la conjunción entre dirección musical de Miquel Ortega y la escénica de Rita Cosentino, consiguiendo una Doña Francisquita colorida, fidedigna y muy viva.

El teatro catalán desempolvó la producción de Núria Espert, en una reposición dirigida por Barbara LLuch, cuando se aproxima el 25 aniversario de su reapertura.

Jordi Savall vuelve a llenar L’Auditori con en un programa de principio a fin liderado por los matices, las atmósferas y las evocaciones.

John Adams estrena y dirige en el Gran Teatre del Liceu la última de sus obras, trasladada de la Antigüedad al Hollywood de los años treinta.

Tres obras que forman un programa centrado y pensado para sentir las inquietudes de estos tres compositores.

Jean-Cristophe Maillot y su compañía de danza reinventan un clásico romántico, reflexionando sobre la necesidad de repensar en una tecnología que acecha con substituir lo humano y lo emocional.