La Joven Orquesta de Canarias (JOCAN) es un proyecto que comenzó en 2016 y que permite formarse y participar en conciertos sinfónicos a un buen número de alumnos seleccionados de los conservatorios y otros centros de Canarias. En la velada que comentamos, estas jóvenes promesas han demostrado poder enfrentarse a repertorios muy comprometidos; guiados por la experiencia y sabuduría de Víctor Pablo Pérez, y sin olvidar el trabajo previo que han hecho las diversas secciones con profesionales de mucha reputación. Además, en esta ocasión se contó con la presencia de una de las estrellas actuales del piano: el polaco Rafał Blechacz.

El solista Rafał Blechacz, la Joven Orquesta de Canarias y Víctor Pablo Pérez © Joven Orquesta de Canarias
El solista Rafał Blechacz, la Joven Orquesta de Canarias y Víctor Pablo Pérez
© Joven Orquesta de Canarias

El Concierto para piano en la menor, op. 54 de Robert Schumann nos permitió comprobar, una vez más, las grandes cualidades del pianista: técnica muy segura en todos los aspectos, sonido cristalino, claridad y fraseo cuidado. Con aspecto jovial y dominio escénico, Blechacz se enfrentó al concierto con energía, tempi fluidos y gestos amplios. A veces, pudo paladear más alguna que otra frase, o aprovechar más momentos de tranquilidad; pero su versión fue muy atractiva: espléndidamente tocada, con momentos de mucho encanto y otros de un virtuosismo fulgurante. Víctor Pablo Pérez y la orquesta se adaptaron perfectamente a la visión de Blechacz, logrando momentos extraordinarios, como la transición al último movimiento, y desplegando buenos solos, como los de clarinete. El pianista regaló una bellísima y personal recreación de la Mazurka en fa sostenido menor op. 6 núm. 1 de Frédéric Chopin.

La segunda parte de la velada comenzó con otra obra emblemática: la Sinfonía en si menor, D.759, “Incompleta”, de Franz Schubert, con la que la orquesta volvió a mostrar excelentes cualidades. Víctor Pablo Pérez logró muchas sutilezas que no son nada fáciles de conseguir en una orquesta juvenil, y solo en algún que otro momento se produjeron despistes, desajustes, o cierto nerviosismo; algo que no impidió el disfrute general. Buen comienzo del Allegro moderato, misterioso y sin prisas, que luego se fue desarrollando con paciencia, canto sentido y atención a los contrastes y a las tensiones dinámicas y armónicas. El segundo movimiento (Andante con moto) fue tomado a tiempo fluido, sin durezas y resaltando bien los contrastes, las transiciones y los aspectos polifónicos; lo que remató una versión muy digna. Finalmente, los Cantos canarios de Teobaldo Power (en la versión orquestal de Santiago Sabina) estuvieron bien planteados y realizados, desde las bellas melodías hasta los ritmos danzables, y contaron con buenos solos, como los de oboe y violín. Ante la insistencia del público, se ofrecieron dos regalos preciosos: un vals de La Tempranica, de Gerónimo Jiménez, y una versión orquestal de Nube de hielo, obra compuesta por el timplista Benito Cabrera.

La Joven Orquesta de Canarias ha dejado un muy buen sabor de boca con este concierto. Esta cantera de jóvenes instrumentistas mostraron una gran compenetración con su director titular y ofrecieron un magnífico soporte a uno de los grandes pianistas actuales.

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