Atractivo y denso el programa presentado por la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Con el título “Mahler y Bruckner”, y bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez, el conjunto canario interpretó uno de los ciclos liederísticos más famosos del repertorio, seguido de una sinfonía monumental. Debutó con la orquesta el prestigioso barítono francés Stéphane Degout; un intérprete muy apreciado a nivel internacional, con presentaciones en los teatros más renombrados y una discografía importante.

La primera parte de la velada fue dedicada a los preciosos Lieder eines fahrenden Gesellen de Gustav Mahler, obra muy arriesgada para los intérpretes. Sin grandes alardes virtuosísticos en la escritura vocal, el cantante debe ser capaz de mostrar las enormes implicaciones expresivas del texto y la música: drama interno, referencias a la naturaleza, desesperación, etc. Degout, con voz bien controlada y excelente proyección, producto de una técnica depurada, dio muestras de su reconocida calidad. Se echó de menos algo más de implicación emocional al inicio de “Wenn mein Schatz Hochzeit macht”, pero el barítono fue de menos a más y logró convencer, tanto en los momentos más dramáticos como en los más luminosos y los más íntimos. Víctor Pablo Pérez y la orquesta cuidaron mucho las diferentes atmósferas y la claridad de líneas. Por otro lado, se produjeron algunos desajustes en la orquesta y no siempre fue perfecta la coordinación con el solista; aunque fueron situaciones puntuales que no desmerecieron su labor. En todo caso, fue una versión que nos permitió disfrutar de muchos momentos extraordinarios y comprobar la calidad tanto del cantante como del director y la orquesta.
La segunda parte de la velada fue dedicada a la Sinfonía núm. 2 en do menor, de Anton Bruckner (en la versión de 1887), una obra que no está entre las más conocidas de su autor, pero que contiene ya sus características más destacables. Víctor Pablo Pérez se sintió como pez en el agua en esta música, y tuvo la capacidad para evitar puntos muertos y coordinar todo el material temático, además de saber controlar magníficamente las disgresiones que a veces hace el compositor. También fueron admirables la cantabilidad, el colorido orquestal y la planificación de los clímax. Sin aspavientos, pero con inteligencia, control de batuta admirable, y movimientos corporales pertinentes, Pérez fue desgranando con maestría esta obra monumental y consiguió de la orquesta un sonido que se nos antojó muy adecuado; espléndido en todas las secciones orquestales y con solistas de altura. Todos los movimientos resultaron muy convincentes, con un primero (Moderato) bien cantado (magníficos los violonchelos al comienzo), lleno de contrastes y con clímax impactantes. Hermosísimo el segundo (Andante: Feierlich, etwas bewegt), por el cuidado exquisito del fraseo y las sonoridades. Este fue el único movimiento dirigido sin batuta. En el tercero (Scherzo: Schnell) hubo una energía contagiosa, con una acentuación bien marcada y un gran control instrumental. El trío fue expresivo y con la adecuada atmósfera pastoral. Finalmente, en el extenso último (Finale: mehr Schnell) destacó la sabiduría del director para llevarnos por toda la variedad de caracteres sin que decayera nunca el interés. Fuen una buena interpretación de la sinfonía que sitúa a Víctor Pablo Pérez como un buen transmisor de la obra de Bruckner.
Con esta estupenda versión de la sinfonía concluía un concierto en el que pudimos disfrutar de las cualidades de un barítono destacado en el panorama internacional; y de un director y una orquesta que brillaron especialmente en Bruckner.